17 sept 2012

VIAJE AL CENTRO DE LA NADA....

Hace ya muchos meses, allá por primavera, tuve una sorpresa inesperada, un viaje....
Siempre me ha tirado mucho las tierras del Norte, no sabría decir porqué...me gusta vivir en mi ciudad, disfrutar de ella pero cuando llego al Norte siento una gran felicidad, me siento como en casa.

Esta vez mi viaje era al Norte, pero no donde me gusta siempre volver, sino a otra zona, para mí totalmente desconocida....
Según llegaba la fecha me asaltaban muchas dudas:
Me gustará ?
Como sobreviviré en un lugar en medio de la nada ?
Y si siento angustia o no me gusta estar allí y quiero volver ? no puedo..el billete de avión está cerrado..
Son 9 dias ¡¡¡¡

Varios dias antes estaba histérica, una maleta minúscula, no sé que ropa llevar...sólo tengo ropa de ciudad, no tengo ropa para vivir en medio de la nada ¡¡¡
Tras llenar y vaciar la maleta varias veces conseguí más o menos un equilibrio en mi vestuario, el primer paso estaba preparado.
Reconozco que dos dias antes tenía pavor, no sólo por ir a un lugar desconocido y apartado sino por dejar atrás a mis hijas, aunque son independientes sentí la sensación de abandonarlas....nunca he estado separada de ellas tanto tiempo, pero llegó el dia....
Embarcamos en el avión, ya no había vuelta atrás....

Por mi cabeza pasaban las mismas preguntas y miedos una y otra vez.... sin darme cuenta llegamos al destino.
Realmente ese no era el destino, ya que mi destino estaba a 3 horas de coche, justo en medio de la nada...

Poco a poco mis ojos se fueron adaptando a nuevos paisajes, laderas verdes en todas sus tonalidades, casas antiguas de piedra con tejados de pizarra oscura...
Que colores tan diferentes a los de mi tierra ¡¡¡
Acostumbrada a campos de trigo o girasoles y tierras llanas de colores pajizos de pronto se abrían ante mí montañas llenas de viñedos, árboles que no reconocía, una nueva tierra por descubrir.
Con tristeza también pude ver el manto negro y desolado que deja el fuego tras su paso y como aquellas tierras rebosantes de color y vida se habían transformado en tierras yermas, tristes, tierras fantasmas...

Y por fin llegué a mi destino, con ansia y con miedo....
Nunca hubiese imaginado que aquel lugar iba a cambiar parte de mi vida, sentimientos, pensamientos...

Al llegar me ví donde esperaba estar, en el centro de la nada...
Estaba aún sin creer que realmente me encontraba allí, en aquel lugar en el que tantos meses deseé estar y que tanto miedo me provocó a la misma vez.

En ese momento mi vida tuvo un cambio radical.
Miré alrededor y vi tierras, muchas tierras llenas de viñas, de árboles frutales pero el cansancio me pudo.
Al llegar a mi habitación mis ojos vieron con sorpresa un pequeño sueño que se estaba cumpliendo...
una habitación de color gris perla, un techo de madera abuhardillado, una cama centenaria restaurada, de color blanco, con sábanas blancas, almohada mullida...y un gran ventanal, un precioso ventanal que me permitía ver desde mi cama por las noches las estrellas y por el día me despertaba inundando de sol aquella habitación soñada.
Cuando despertaba por las mañanas me sentaba en aquella cama y miraba aquel campo con todas sus formas, observaba una parra en todo su explendor, un precioso tejado de negra pizarra con dos maravillosas buhardillas de madera, dos gatos que jugaban a esas horas correteando por un huerto y cuando me acostaba miraba el cielo estrellado que esa ventana me regaló dia tras dia...
Una habitación con la cual había soñado durante mucho tiempo y ahora abría su puerta para mí.
No recuerdo cuantos años hacía que no dormía de esa forma...en paz, en la nada...como una niña y esa noche aquel manto de estrellas me arropó....

El sol me despertaba cada mañana y volvía a realizar la misma rutina, mirar por aquel precioso ventanal y así comenzó todo....

De pronto me convertí en una chica con ojos de niña, cada hora, cada dia que pasaba, en cada rincón iba descubriendo cosas nuevas, cosas que no conocía o que recordaba de pequeña y que tristemente hoy son dificiles de encontrar.
Comencé a descubrir que el ritmo de vida era diferente, realmente era como cuando era pequeña..las horas eran horas, sin pausa pero sin prisa, no era una vida marcada por un reloj frenético, sino una vida marcada por horas normales, cada cosa en su momento, en su lugar...

Allí estaba ante mis ojos un río de aguas transparentes, totalmente cristalinas que invitaban a jugar con ellas, a buscar cangrejos, a tirar piedras al fondo....
Descubrí plantas milenarias que jamás pensé que vería algún dia, como la saponaria, la planta jabonosa que nuestros primeros antepasados utilizaban para el aseo y siempre tuve ilusión por conocer...
Y un pueblo acogedor, donde la gente sin conocerte es amable, te dan los buenos dias y te sonrien.
Donde en la panadería el pan huele y sabe a pan, no como en la ciudad en la que el pan no huele a nada y sabe a plástico....donde los niños juegan a ser niños, donde los animales cumplen su función y no suplantan a personas perdiendo ellos mismos su identidad.
Descubrí el verdadero sabor de un tomate, de un pimiento, de la huerta...el verdadero color y sabor de los huevos de verdad, de la carne de verdad....recogí con mis manos fresas, moras, pero las moras de verdad, en zarzales..
Conocí a estupendas personas que me hicieron recordar lo que es la vida, cultivar sus alimentos, cada planta y su utilidad, aprovechar todo lo que llega a tu mano, porque todo se puede reutilizar para algo..como por ejemplo las varillas de los cohetes para usarlos de tutores para las tomateras :)
Escuché antiguas historias no demasiado lejanas pero si olvidadas por nosotros, la gente de ciudad, los que vivimos para trabajar y no trabajamos para vivir....

Poco a poco descubrí que mi viaje no era un viaje al centro de la nada sino al mismisimo centro de la vida....una vida de la que nos hemos olvidado, una vida sencilla, sin complicaciones, compartiendo lo que tienes, lo que le sobra a uno lo reparte a otros de forma desinteresada, una vida que no necesita obstentaciones ni demostrar nada a nadie sino simplemente vivir de forma sana, con lo que la Madre Tierra te da y con lo que tus manos trabajan, así de simple.

La nada se convirtió en todo....

Tras horas de kilómetros ví lugares maravillosos, castillos de piedra centenaria, la verdadera bravura y fuerza del mar, el mar de verdad con sus tonos azules y verdes, su voz que una y otra vez resuena en mis recuerdos.
Asentamientos de nuestros antepasados que aún resisten en el tiempo y nos devuelve a lo que realmente somos y de donde venimos...
Rios de largos cauces que serpentan por montañas o que terminan volcando sus aguas al mar, árboles milenarios que siguen en pie y otros que la mano del hombre ha utilizado de forma respetuosa con su entorno.
Pueblos con pasado y alguno por desgracia sin futuro...

Y un lugar....un lugar que me impactó y realmente me llevé en el corazón...un lugar al que cuando entras notas que es mágico, donde la gente llega andando y se encuentra a si misma...donde la palabra de Dios se encuentra en todos los idiomas y nos dice que todos somos iguales, donde la gente enciende una luz poniendo en ella todas sus esperanzas y su fé...y esto ocurre desde tiempos inmemoriables y con todas las culturas que han pasado por ese lugar.
Un lugar donde la persona que quería tanto y un día se fué sin más, sin poderse despedir de mí, me dió de una forma especial el mensaje de que realmente nunca se fué sino que sigue a mi lado...

Y cada dia regresaba al centro de la nada que para mi se convirtió en todo...
Cada día un chico tocaba el piano y su melodía envolvía todo mi ser mientras tumbada en el suelo de madera miraba al infinito, otras veces miraba aquel paisaje que me cautivaba más y más....
Algunas noches me tumbaba bajo la cúpula de estrellas más grande que he visto en mi vida, estrellas fugaces surcaban por esos dias el cielo dejándome maravillada y recordándome lo poco que somos y lo afortunada que era de estar allí....
Y sin darme cuenta pasaron aquellos 9 dias, los que tanto miedo tenía que llegasen y que al final realmente deseé que el tiempo se hubiese parado y haberme quedado allí....

Miré por ultima vez por aquel precioso ventanal, aquellas preciosas buhardillas, el campo verde y el precioso dormitorio con el cual habia soñado tantas veces...cogí aire y el avión...

Al volver a casa regresé con mi minúscula maleta y con la misma ropa pero con el corazón lleno de sentimientos vividos, con mi mente llena de recuerdos que nunca olvidaré y con la sensación de que por 9 dias me convertí en una chica que miraba asombrada con ojos de niña todo lo que iba descubriendo a diario.

Al volver a casa fuí consciente de que mi viaje fué al centro de la verdadera vida y que era yo la que me encontraba en el centro de la nada....




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